Este paseo se construye a
mediados del siglo XIX como acceso romántico al palacio del Generalife. Al
inicio de su trayecto desde los Jardines Altos, se conserva uno de los
ejemplares más antiguos que se conoce de arrayán morisco, una de las maravillas
botánicas del jardín, cuya huella genética se investiga actualmente. En el otro
extremo, el paseo enlaza con el Paseo de los Cipreses.
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